Quería escribir una nota analizando el Mundial. Desmenuzando los aspectos que quedaron terminado el Campeonato. Y no sabía bien por dónde abordarlo. Supuse que mi visión sería poco interesante comparada con la de un experto, un verdadero entendido. Llamé a Quique Soto, “el maestro Yoda” del fútbol. Me atendió coordialmente, como siempre. Casi sin pausa comenzó a vertir sus enseñanzas, sus dogmas futboleros.
“Acá me encuentra, joven. Sentado frente al símbolo del fracaso. Sudáfrica 2010 me dejó una gran decepción, que me va a durar por 4 años: el televisor LCD que compré en 50 cuotas… Cada vez que vea ese maldito aparato me voy a acordar de Alemania 4 Argentina 0… 4 años voy a tardar en pagar ese maldito equipo… Equipo que, para colmo, no se manejar, como Maradona… Ni siquiera lo cambié a tiempo, como Maradona, con Ottamendi, si hubiese reaccionado en las primeras 72 horas, al menos tendría una buena heladera… al final esa tele es una gran paradoja, chato, sin volúmen... como jugamos contra Alemania – arrancó el Maestro”.
“Me entusiasmé con el equipo, y ni me fijé los gastos… El LCD fue la cuota que rebalsó el vaso… Pagué el mínimo de la tarjeta este mes…”
“Para colmo, en Brasil 2014, nuestros eternos rivales nos van a joder. Inventarán una nueva norma o tecnología (tal vez el 3D) para que estos aparatos queden obsoletos y vendernos los que sirven. Los brazucas siempre nos ganan”.
“La gente que fue un domingo a recibir a los jugadores a Ezeiza, tras una vergonzosa eliminación, confirma que los argentinos, los fines de semana de invierno, no tenemos mucho que hacer. Deberían bajar las entradas del cine o arreglar las plazas. Mucho dominguero suelto”.
Le agradecí la colaboración, la generosidad conceptual desinteresada. Le pregunté si podía corresponderle de alguna forma, en agradecimiento por la nota.
“Ahora que lo menciona, joven. ¿Cuánto cree que podría sacar si pongo en venta el LCD en internet?”.
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