La gente, en general, siente que durante un fin de semana largo es obligatorio relajarse aunque sean pocos los que realmente lo logran. Ciertas actividades o rutinas nos resultan sinónimo de descanso... pero no lo son. A saber:
-Usar joggineta. La ropa deportiva está confeccionada PARA HACER DEPORTE. No tiene ningún dispositivo mágico que nos masajea. El solo hecho de deambular por una ciudad vestido como para ir al banco de suplentes de un equipo de futbol, no quita el stress. ¿Cambia mucho usar un jean?
-Manejar despacio. Ir a 20 km./h por una autopista, con la ventanilla baja y silbando, no le garantiza a usted olvidarse de sus problemas diarios, solo le asegura una catarata de puteadas del resto de los automovilistas. ¿Acaso los fines de semana largos se apagan los semáforos, se borran las líneas de los carriles y las sendas peatonales? No. Entónces ¿qué necesidad de manejar contrariando la lógica de la calle?
-Parrilla. Existe una especie de mandato tácito, para el argentino que tiene parrilla en la casa, según el cual es obligación, casi por ley, hacer un asado el fin de semana largo. Hay que prenderla, los días festivos no se usa el horno (ni la pava) hasta el agua del mate se calienta a las brasas...
-Salir a caminar y/o correr. Según la edad nos mentimos a nosotros mismos. Los más jovenes, los que aún creemos que estamos para hacer un deporte competitivo, nos convencemos que saliendo a correr un feriado iniciaremos nuestra preparación para el maratón de New York. Nunca sucede. Corremos cinco cuadras, transpiramos demasiado, volvemos caminando, tomamos frío en el pecho y terminamos en el hospital con pulmonía, abortando nuestros planes de maratonistas y extendiando las minivacaciones pero esta vez, por enfermedad. Los más viejos se calzan unas ridículas y anticuadas zapatillas, que jamás usan, y salen a caminar... salen con lo puesto, solo las llaves y hacen un extenso recorrido... sin planificar la vuelta. A la hora de encarar el regreso no tienen guita para pagarse el taxi de vuelta.
-Hacer las tareas de la casa pendientes... "Voy a arreglar la canilla que gotea"... "Por fin tengo un ratito para arreglar el portalámparas"... etc. Desempolvamos la caja de herramientas e indefectiblemente terminamos preguntando, teléfono en mano: "¿Conseguiré un plomero en un feriado?".
En definitiva, relájese, el fin de semana largo, pasa volando.
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