Cómo fue la reunión en que se optó por construir el muro



En épocas de filtraciones y espionaje, donde la privacidad es solo una utopía, se empezaron a conocer detalles del cónclave donde se decidió avanzar con la construcción del polémico muro que dividirá México de los Estados Unidos. No todo fue tan sencillo como se presupone y, durante la áspera reunión, se barajaron diferentes opciones para erigir la barrera. El Presidente, como buen empresario, empapado en la cultura del managment, el coaching y demás artilugios para aumentar la productividad mental de los empleados, arengó a los presentes a aportar soluciones.
            -Tenemos que construir algo en esa maldita frontera. Lo prometimos en la campaña y no podemos echarnos atrás. Apelemos a la creatividad, al trabajo en equipo, al espíritu que hizo grande esta tierra. ¡El sueño americano! Escucho sus ideas –arrancó el Presidente, según fuentes cercanas a la Casa Blanca.
            -Según nuestros estudios de marketing lo de la pared, es un poco fuerte, por lo menos controvertido… -admitió un asesor.
            -¿Y de la muralla china nadie se queja? Los turistas van allí a sacarse fotos –apuntó el Secretario de Infraestructura, un ingeniero que soñaba levantar esa pared.
            -¡¡¡Siempre los chinos!!! Los americanos no nos copiamos de ellos, ni de nadie. ¡Qué esto quede bien claro! Si los chinos tienen muralla, nosotros tendremos otra cosa –se enfureció el Primer Mandatario.
            -Si me permite, Señor Presidente, considero que podríamos apuntar a algo menos shockeante. Un poco más humano y de menor impacto visual. ¿Por qué no un cerco verde? ¡Una gran ligustrina, de cactus, plantas espinosas y venenosas en lo posible, como para desalentar al traspaso y mostrarle al mundo nuestra cultura paisajista. La pared verde más grande del mundo –sugirió el Ministro de Defensa, para sorpresa de todos.
-Es una buena opción, incluso nos ahorraríamos quejas de esos fastidiosos ecologistas. Incluso podemos ganarnos su respeto.
            -¿Y quién va a regar, podar y mantener el cerco? Los costos, muchachos, lamento desilusionarlos per son imposibles de financiar. La hora de un jardinero ronda los quince dólares –reconoció el encargado de Economía.
            -Podría ser de vidrio, para que no corte la vista…
            -¡¿No tenés ni una remota noción de la arena y tierra que vuelan en esa zona?! Para tener un cristal que no lo limpia nadie es preferible otra cosa… -dio su visión práctica, de ama de casa, la Directora de Protocolo y Comunicación Digital.
            El silencio y la reflexión se apoderaron del meeting. Algunos buscaban inspiración en el café, otros en las rosquillas, pero ninguno se atrevía a poner sobre el tapete otra alternativa.
            -¿Por qué no una fosa? –arriesgó el Comandante de la Marina, confeso fan de la literatura, el cine y las series medievales al estilo “Game of thrones” o “El Señor de los Anillos”.
            -Se hace de una sola vez y requiere poco mantenimiento. Necesitaríamos unas cuantas excavadoras, dinamita y no mucho más que eso –agregó, entusiasmado, el de Infraestructura.
            -Echamos unos caimanes, pirañas, tiburones, medusas y listo. Nadie en su sano juicio se atrevería a cruzar –completó el concepto el de la Marina.
            -¿Económicamente es viable? –preguntó el Jefe.
            -Habría que estudiarlo. Así, a priori, considero que podría ser rentable. Para financiarlo podemos filmar un reality extremo, de la gente que intenta “el cruce”. Esos programas se venden muy bien en el exterior, el televidente medio está ávido de shows realistas de alto riesgo.
            -¿Y la industria del juicio? Los abogados buitres nos van a inundar con demandas por daños. Los vivillos de siempre meterán chicos al agua para que una piraña les arranque un dedito y no habrá tribunal que no nos haga indemnizarlos por millones de dólares –derrumbó la idea el Secretario de Justicia.
            El clima derrotista invadió la sala. Ningún catering lograba mitigar esa sensación general de amargura y desazón. Del café se pasó a la cerveza y otras bebidas de contenido alcohólico como reflejo de la resignación y el mal momento.
            -Habrá que volver a la vieja idea del muro… -aceptó el Presidente.
-¿Y los chinos?
            -Y bueh… hay que admitirlo, en estos días, todo es Made in China. Perder una batalla no significa perder la guerra.
            -Podemos ponerle alguna enredadera, si crece… o pintarla de verde, para que se mimetice con el paisaje y de una idea de esperanza.
            -También hay muchos y buenos artistas que hacen murales. Grafiteros callejeros incluso. No sería dificil contactarlos y supongo que serán económicos.
            -Va a ser mejor eso a que nos escriban frases hirientes. En ese sentido la población es muy creativa –reconoció un asesor.   
            -Al menos lo intentamos.
            -¿Y la frontera con Canadá la vamos a dejar así?... –se atrevió a preguntar el de Infraestructura pero no obtuvo respuesta.

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Ignacio Lafferriere

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