La segunda chance PARTE 1

Caminando por la calle Florida, el otro día me tocaron el hombro. Pensé que se trataba de un vendedor de "sacabolitas de sueter", pero no, el que me estaba saludando era un viejo compañero de colegio, Beto. Nos costó reconocernos, nunca fuimos muy amigos, perdimos el contacto. Nos sacamos mutuamente la ficha a ver quién estaba más destrozado por el tiempo. Gané yo, mi pelada incipiente y los kilos de más, se impusieron a su barbita candado. De entrada me sorprendió, de chico era uno de esos tipos, como decirlo... perdedores. Su infancia fue cruel, era lo que vulgarmente se llama un nerd, un traga y siempre lo fue. En la escuela la pasaba mal, la única forma que tenían las maestras de lograr que los otros tomen distancia en la fila, era poniéndolos cerca suyo. Representaba una amenaza para nosotros, el resto de sus compañeritos, los maestros nos amenazaban con sentarnos a su lado si nos portábamos mal… Más que compañeros de grado, él tenía cohabitantes de aula… Lo hacíamos sentir que no pertenecía al grado, de muy joven comprendió lo que significaba el término okupa… Los chicos teníamos mejor onda con el cuadro de Sarmiento que con Beto…
Pero algo había cambiado, tenía otra postura, de ganador. Le comenté lo bien que lo veía y ahí se largo a explicarme su transformación, casi milagrosa.
"El siglo XXI nos está dando otra chance a los de mi clase. Te acordás que yo era feo, tan feo que en las fotos escolares de grupo, me mandaban a tener el flash… y la sacaban de día. En la foto individual, ¿te acordás que te daban un autito? bueno, a mí el fotógrafo me decía, “a ver nene, un poco más arriba… un poquito más…”. Cuando lo tenía a la altura de la cara, “ahí, perfecto, no te muevas más… Chiss”, CLICK.
Pero la era digital me dio otra oportunidad, el Photoshop. En todas mis fotos actuales, Brad Pitt es el sapo de la “Guerra de Las Galaxias” al lado mío… Mis imágenes más que retocarlas hay que re-manosearlas, directamente abusar de ellas para que queden más o menos decentes. Algunos consideran que no es muy honesto repartir fotos trucadas, prefiero ser deshonesto a ser cruel y mostrarme tal cual soy. Siempre me dicen “che, estás distinto que en la foto” y yo respondo, “puede ser, la pantalla de la compu a veces distorsiona”. El Photoshop, además, me abrió un panorama distinto con las chicas, para un tipo fulero, como yo, resultaba imposible acercarse a una mujer sin una orden judicial. Para mi la cita a ciegas no era una opción, era una necesidad. Ahora, en cambio, las conozco a través del chat, ven mi foto trucada, les hablo un poco de mí y, cuando nos vemos en vivo, ya es demasiado tarde. La tipa perdió tanto tiempo conmigo que dice, “bueh… peor sería estar con el sapo de la Guerra de las Galaxias”… " me describió Beto su interesante teoría.
"Antes un macho tenía que mostrarse en una buena moto, o en un descapotable para levantar algo… Ahora vas a un bar y pelás el último celular y es como si tuvieras un certificado de seducción garantizado por el Inti. Antes la frase matadora era “subí que te llevo”, ahora es “subime tus datos”… El teléfono es el arma de seducción del siglo XXI, el tema es a quién se lo mostrás, van un par de veces que una chica me pide el teléfono para verlo, me pega una piña y me lo roba… "
Terminamos el café y nos intercambiamos los datos. Cuando saqué mi celular para anotar su número, me avergonzé, me sentí un troglodita. Mi teléfono era a disco comparado con su touch screen de última generación. Al ver mi celular, Beto dijo, como con lástima "dejá, invito yo"... me fui cabizbajo.
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Ignacio Lafferriere

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